Dei Campo a la ciudad


La revolución demográfica que experimentó la sociedad dominicana en el curso del siglo XX tuvo, entre otras consecuencias, el rápido crecimiento de las ciudades. Pueblos que antes eran aldeas crecieron en pocos años hasta convertirse en importantes centros poblados.

La historia de la urbanización dominicana espera todavía ser estudiada en detalle pues todavía hay muchos detalles que deben ser analizados.

Sabemos, por un lado, que la urbanización dominicana no hubiese sido posible sin un proceso paralelo de desarrollo de la agricultura y la ganadería pues al crecer la población urbana mayor cantidad de personas quedaron fuera de la dinámica de producción de alimentos al tiempo que debían ser alimentadas.

Sabemos también que la población nacional no hubiese crecido a las altas tasas que lo hizo entre 1920 y 1970 de no haber sido por los avances de la medicina moderna y por los programas sanitarios puestos en marcha desde los días de la primera ocupación militar estadounidense, entre 1916 y 1924.

Esos programas sanitarios comenzaron con campañas de desparasitación, control de enfermedades venéreas, campañas de vacunación y, más tarde, a partir de la Era de Trujillo, con la construcción de hospitales, clínicas y otros centros de salud pública y privada, así por la construcción de acueductos y sistemas de alcantarillas y cloacas, que fueron continuados en décadas posteriores.

Políticas pro-natalistas que promovían la formación de familias extensas con la intención de colonizar amplias zonas del territorio nacional todavía subdesarrolladas fueron también responsables de notables aumentos de la fertilidad en la mujer dominicana hasta bien entrada la década de los 60 en el siglo pasado.