Lo que el Sismo se llevo


El terremoto que hace 14 días destruyó la capital haitiana no sólo arrasó con cientos de miles de vidas y edificaciones, sino además con varios temas que constituyeron objetos de debates desde finales del año pasado, en la opinión pública dominicana.


Desde que el poderoso sismo de 7 grados acabó con gran parte de Puerto Príncipe, en República Dominicana las autoridades no han vuelto a mencionar, siquiera, aquellos temas que durante meses fueron de gran interés nacional y que ahora descansan en el baúl de los recuerdos.
Los precios de los pasajes, aumentados de forma desafiante por dos federaciones del transporte, dejaron de interesarle al Gobierno. Los usuarios siguen pagando una tarifa a sobreprecio; contrario a la disposición oficial que ordenaba reducir los pasajes urbanos e interurbanos.
Temas como la  nueva Constitución, los viajes ilegales en yola, la delincuencia callejera, la canasta familiar, la corrupción administrativa y funcionarios supuestamente compinches de narcotraficantes, fueron igualmente sustituidos por las desgarradoras imágenes que llegan desde Haití. Apenas algunos de estos temas vuelven a asomarse de forma tímida.
La calamidad acontecida al vecino país dio un respiro de alivio a los organismos de seguridad del Estado, que antes se veían aparentemente afanados en culminar algunas investigaciones vinculadas al tráfico internacional de drogas y lavado de activos. Ahora, en vez de encarar cuestionamientos periodísticos, se les ve relajados y brindando en medio de cenas o encuentros de confraternidad.
Así las cosas, el mar de informaciones suministradas a la prensa sobre la muerte a tiros del coronel policial retirado José Amado González González entró en una especie de receso, sin que nadie sepa con precisión quiénes lo mataron y quién realmente lo mandó a matar. Las causas de su asesinato no son aún de dominio público.

Fue este martes cuando la comisión investigadora anunció que interrogará a un grupo de cuatro personas vinculadas.
La figura del narcotraficante José David Figueroa Agosto, que en el plano local adquirió más fama que una estrella de cine, también desapareció con los estragos del terremoto de Puerto Príncipe.
De este boricua, lo último que se supo fue una supuesta llamada que hizo a un programa de radio. Su rol de “interactivo” fue objeto de investigación, pero el temblor apagó la efervescencia con que el Ministerio Público comenzó a averiguar si la voz correspondía a la de Figueroa Agosto.
Sobeida Féliz Morel, supuesta amante, novia o socia de este capo puertorriqueño, fue otra beneficiada de la desgracia acaecida al pueblo haitiano. De esta mujer, ya no suenan ni las bachatas que enaltecían su intrepidez para burlar la presunta persecución iniciada en su contra.

La hecatombe de Haití redujo asimismo la frecuencia de los despachos de prensa que diariamente y a todas horas hablan de confiscaciones de drogas, apresamientos de delincuentes o narcotraficantes, redadas y demás acciones preventivas y represivas. En las dos semanas transcurridas después del terremoto, ninguna entidad ha convocado a los reporteros para hablar de la eficiencia con que atrapan a los criminales.

Fuente: El Caribe